domingo, 22 de marzo de 2009

DOMENICO ZIPOLI - Musician and missionary

“Give me an orchestra and I will convert the whole of South America” (ZIPOLI)

Downloaded from: DOMENICO ZIPOLI INSTITUTE - To promote the hispanic barroque music
Link: http://www.domenicozipoli.org/


Domenico Zipoli was the sixth child born to Sabatino Zipoli and Eugenia Varocchi. The Prato Cathedral organist-choirmasters in his youth were both Florentines: Ottavio Termini (from 1703) and Giovanni Francesco Beccatelli.

On September 12, 1707 he petitioned Cosimo III, Grand Duke of Tuscany, for a monthly stipend of six scudi so that he could study in Florence, where the cathedral organist from 1703 was Giovanni Maria Casini. On February 2 and March 9, 1708 he cooperated with Casini, Caldara, Gasparini and 20 others in composing an oratorio produced in Florence under the supervision of Orlandini by the Compagnia di S. Marco, and later that year at the Oratorians' church in a version with arias by Zipoli replacing those of Omodei Sequi. Supported by a further ducal charity grant, he moved to Naples in 1709 for lessons with Alessandro Scarlatti but left in the same year after disagreements and went to study in Bologna under Lavinio Felice Vannucci. He next went from Bologna to Rome for lessons with the veteran Bernardo Pasquini. Staying in Rome after Pasquini's death in 1710, he composed two oratorios of which only the libretti survive, S. Antonio di Padova (1712) and S.Caterina vergine, e martire (1714). In 1715 he was appointed organist of the Jesuit church in Rome and the following year published the keyboard collection on which his fame rests, Sonate d'intavolatura. The Princess of Forano to whom he dedicated the work, Maria Teresa Strozzi, may have been related to the bishop, Leone Strozzi, who had confirmed him at Prato Cathedral on May 2, 1699. Throughout his stay in Rome, Zipoli lodged with Filippo Baldocci, prior of S. Giovanni dei Fiorentini.



Zipoli joined the Society of Jesus on July 1, 1716, and soon after went to Seville to await passage to the Paraguay province. With 53 other prospective Jesuit missionaries he sailed from Cadiz on April 5, 1717. After a violent storm he and the others disembarked in July in Buenos Aires, and after 15 days set out for Córdoba. By 1724 he had completed with distinction the required three years each of philosophy and theology at the Jesuit Colegio Máximo and university in Córdoba. He was ready to receive priest's orders in 1725, but died (of tuberculosis) without receiving them for lack of a bishop in Córdoba to ordain him that year.


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Zipoli was one of many excellent musicians recruited by the Jesuits between 1650 and 1750 for work in the so-called Paraguay reductions. His music was much in demand in South America: the viceroy in Lima asked for copies, and as late as 1784 a three-part orchestra-accompanied mass was copied in Potosi and sent to Sucre (Higher Peru, now Bolivia). Jesuit documents of 1728, 1732 and later note his continuing reputation up to at least 1774 in Yapeyu and other Guarany Indian villages from which Europeans were excluded; at one mission, S Pedro y S Pablo, nine 'motetes' by Zipoli were listed among the effects left behind after the expulsion of the Jesuits. In the 1970s some 23 works by Zipoli (including copies of known keyboard pieces) were discovered among a large collection of manuscripts at the San Rafael and Santa Ana missions in eastern Bolivia (they are now deposited at Concepción, Apostolic Vicariate of Nuflo de Chavez). At San Rafael the Swiss Jesuit Martin Schmid (1694 - 1772) may have prepared a Spanish drama celebrating the lives of Loyola and Francis Xavier, which ended with a paragraph in the Chiquitano language summarizing the moral of the drama. In 1997 the Argentine scholar Bernado Illari interpolated excerpts into this (including some possibly by Zipoli) to form an 'opera', S. Ignacio.



The charm and winsomeness of Zipoli's 1716 keyboard works inspired their republication in London by Walsh and in Paris (1741; the harpsichord music only). The first part, for organ, consists of a brilliant prefatory toccata followed by five sets of short versos, each set ending with a canzona (of which the most elaborate is the last, in G minor), two elevations, a post-communion, an offertory and a folk-like pastorale. The second part, for harpsichord, contains four short dance suites and two partitas (or variations). Zipoli moved freely between keys, timed his modulations exquisitely, never laboured an imitative point, made a virtue of concision, and wrote melodies instead of mere contrapuntal lines. His South American mass, copied at Potosi in 1784, closing with the 'Osanna', exhibits similar virtues. He was the most renowned Italian composer to go to the New World in colonial times and the most famous to have chosen the Jesuit order. His slogan was “Give me an orchestra and I will convert the whole of South America”. The Jesuits were said to have conquered a continent with an orchestra.



Link: http://www.domenicozipoli.org/zipoli/zipobio.htm

La Música de Blas Parera sigue sonando.

Alvaro Abós

Viernes 9 de junio de 2006 Publicado en edición impresa de LA NACION.


Desde hace un tiempo, muchas radios emiten el himno nacional a las cero horas. Se oye entonces la melodía que compuso Blas Parera, tanto en interpretaciones clásicas por bandas militares u orquestas sinfónicas como en versiones de todo tipo: jazzísticas, folklóricas, rockeras, melódicas, corales, con y sin letra. Qué fortuna ganaría Blas Parera si estuviera vivo y cobrara derechos de autor en Sadaic, él que murió en la más espantosa pobreza, al punto de haber sido enterrado en una fosa común después de ganarse, por componer nuestro himno, ¡doscientos pesos!

¿Cuánto cobró el letrista, Vicente López y Planes? Nada. Es que López y Planes fue quien le encargó la música a Parera, en representación de la Asamblea que entonces –1813– gobernaba el país. Como letrista, López se hizo un encargo a sí mismo, siendo como era uno de los protagonistas de la vida política argentina desde que, a sus veintipico de años, fue nombrado capitán de las milicias, durante las invasiones inglesas de 1806. Protagonista, Vicente López lo siguió siendo hasta su muerte, cincuenta años después. Participó de casi todos los gobiernos que se sucedieron desde el Primer Triunvirato hasta después de Caseros: fue gobernador, ministro, diputado, convencional, juez y hasta presidente provisional, en 1827. Fue influyente con Rosas (cuya Corte Suprema integró) y lo siguió siendo cuando éste cayó.

En 1813, poetas cívicos como Vicente López abundaban, pero no así músicos a los que se pudiera encargar una marcha con pretensiones de himno. Blas Parera era un catalán que había llegado al Plata en busca de mejores horizontes. Sobrevivía con encargos ocasionales, dando clases de piano a las niñas ricas o como organista de iglesias. Mientras le pagaran, don Blas componía lo que fuera, además de dirigir orquestas, dar conciertos o animar bailes. Entre 1812 y 1813 puso música a letras patrióticas de Saturnino de la Rosa y de Cayetano Rodríguez. Pero esas marchas “no gustaron” a las autoridades. Sólo el tercer intento, sobre versos de Vicente López, cuajó.

Doscientos pesos no eran una gran suma entonces. Parera volvió a España en 1818, tal vez para poner distancia con la mujer y la hija que dejó, o bien por motivos políticos:siendo español compuso el himno de una nación que estaba en guerra con España. Poco se sabe sobre su vida lejos del Plata, a pesar del esfuerzo de ensayistas como Esteban Buch, de cuyo erudito y ameno libro O juremos con gloria morir extraigo estos datos, salvo que murió en Barcelona, indigente, en fecha incierta.

Si de Blas Parera se sabe poco, de Vicente López y Planes quedó una fuerte presencia en la nomenclatura porteña, como en la calle y la plaza, donde se levanta su estatua, y en un importante partido de la provincia de Buenos Aires.

Blas Parera sólo tiene una calle porteña, de 200 metros. En compensación, está situada en uno de los distritos más elegantes de la urbe, lo cual, tomando en cuenta el desgraciado final de don Blas, no deja de ser una ironía. No se han levantado estatuas (que yo conozca) al autor de la música del Himno, cuya melodía suena sin pausa en el aire argentino de este siglo y, desde los estadios de fútbol de Alemania, llega estos días a todo el planeta.

¿Puede extraerse alguna lección de la peripecia póstuma de este hombre a quien Esteban Buch llama “héroe fallido”? Blas Parera no se dio importancia, no ostentó lo que había hecho: simplemente cumplió con un encargo, cobró y a otra cosa mariposa. Sin embargo, su música inspira a nuevos creadores, mientras que los versos de Vicente López los recitamos con automatismo, sin reparar en su significado. No conozco poetas que reescriban esos versos.

Blas Parera, en cambio, consiguió lo que muy pocos logran: que su obra se convirtiera en memoria. Visto desde la óptica de los valores que hoy prevalecen en nuestra vida social, Blas Parera hizo lo contrario de lo que debía: no se “promocionó”. Hoy, el primer mandamiento de todo funcionario es presentar lo que hace no como el mero cumplimiento de un deber –para eso le pagamos el sueldo–, sino como una gesta. La comunicación se desliza rápidamente al autobombo. No contentos con ese narcisismo público, los funcionarios se apropian de memorias o símbolos ajenos, gula que no se detiene ni siquiera ante los llamados símbolos patrios. Así, por ejemplo, el último 25 de Mayo fue convertido en fastuosa autocelebración política del poder de turno: no hubo, en el discurso presidencial, ni una palabra para la Revolución de Mayo.

De la marcha compuesta por Blas Parera dijo Alberto Williams, en 1927, que “tiene algo de sublime”. Charly García, no sin causar escándalo, dictaminó, en 1990: “El himno mata”. Parera ha consumado una hazaña de la que no muchos músicos pueden jactarse, ya sean autores de un jingle o de una sinfonía, de un hit o de un tanguito: hace casi doscientos años que su música suena en los oídos de los argentinos.

Tampoco José Hernández tiene estatua. Pensándolo bien, ¿qué es más importante: tener estatua o ser memoria de la gente, alumbrar algún pedacito de felicidad cotidiana?

Link: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=812887

sábado, 28 de febrero de 2009

Esnaola, de ayer a hoy
Por Pola Suárez Urtubey
Jueves 4 de setiembre de 2008


Fuente: Publicado en edición impresa de LA NACION

Es cierto. El Bicentenario traerá aportes felices en relación con la historia de la creación musical culta en el país. Esa efervescencia que anticipa los tan esperados festejos, ya son más que visibles (y audibles) en el curso de este año y, muy particularmente, de estas semanas. Es el caso del acontecimiento que provocó el 17 de agosto último la puesta en obra, en la Catedral Metropolitana, de la Misa a cuatro voces, de 1826, atribuida a Juan Pedro Esnaola, cuyo bicentenario evocamos en el curso de este año. A esto se suma la conferencia-concierto realizada en el curso del "Festival Ars Continua 2008" realizado unos pocos días después en la Manzana de las Luces, donde se interpretó el Himno Nacional completo, con acompañamiento de fortepiano, en las versiones musicales de Blas Parera (1813) y de Esnaola (1860). Pero este movimiento formidable al que hoy asistimos, tanto en lo que se refiere al nacimiento de nuestra música como a las fascinantes manifestaciones del Barroco musical sudamericano, otro de los grandes temas del momento, son el resultado de la pasión y el esfuerzo de investigadores y ejecutantes que llevan bastante más de medio siglo dedicados a reconstruir esta historia. Habría que rescatar muchos nombres de historiadores nuestros, y entre ellos coloco a Carmen García Muñoz, cuyo entusiasmo por estos temas sigue muy vivo en nuestro recuerdo. Como es natural, están hoy como protagonistas los discípulos de aquella generación, quienes ya llevan muchos años trabajando con ejemplar entrega, como es el caso de Juan La Moglie, que realizó el hallazgo e identificación del manuscrito, y de Norberto Broggini, responsable de la transcripción y estudio de la Misa de Esnaola. Naturalmente, para los que hemos hecho de estos temas el objeto de nuestra pasión profesional, Esnaola es un compañero inseparable. Ya en el Nº 11 de la revista La Moda , del 27 de enero de 1838, encontramos un Minué arreglado por el Sr. Esnaola (a la Bellini). Son los tiempos en que dos enormes amigos, Miguel Cané (p) y Juan Bautista Alberdi, discutían a muerte sobre quién era superior a quién, si Rossini o Bellini. Juan Pedro Esnaola, que vivió entre 1808 y 1878, fue sin duda el músico más brillante de aquellos tiempos, a partir de la década del 30. Sus numerosas creaciones para piano o canto y piano, terreno en el que su destino se une al de Esteban Echeverría, se publicaban en el Boletín musical, en La Moda y, en lo que hace a sus canciones con el autor de La cautiva , en el Cancionero Argentino de José Antonio Wilde. Pero el excepcional prestigio de Esnaola no se apagó con su muerte. Seis años después, en 1884, Lucio V. López, con el título de "La música del pasado" escribía en el diario Sud-américa del 20 de agosto: "Esnaola es sin duda el músico del pasado por excelencia. Por más de veinte años su música ha hecho las delicias del salón porteño ( ) Esnaola era un rosiniano (sic) genuino ( ) Se me dirá que todos los viejos son rosinianos, y, en efecto, así es. Pero Esnaola lo era con un culto y una asimilación de escuela completos". Y termina: "Nuestros padres y abuelos no recitan a Echeverría sin cantar a Esnaola". Al menos once canciones retenemos hoy como producto de su mutua exaltación. Hablar de Esnaola es conmovedor y desborda nuestro espacio. Le dedicaremos otras columnas. Por ahora, dejemos la última palabra a La Moglie-Broggini y Verónica Dalmasso, cantante e investigadora, protagonista de todo un movimiento en torno del pasado musical americano. Se lo merecen.
Link: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1046261&high=Esnaola%20ayer%20hoy

LA MÚSICA ANTERIOR A 1810. Las Misiones Jesuíticas.

El festival de ChiquitosUn milagro musical renace en antiguas misiones jesuitas
Se reunieron coros de todo el mundo

Sábado 13 de mayo de 2006
Fuente: Publicado en edición impresa de La Nación



MISION SAN IGNACIO DE VELASCO, BOLIVIA.- Cada dos años, durante dos semanas, un milagro musical se vive aquí, en el corazón del Oriente boliviano.
Se trata del festival internacional de música renacentista y barroca americana Misiones de Chiquitos, el más grande encuentro de música antigua del mundo, que convoca a 44 orquestas y coros de 20 países y ofrece una programación de 137 conciertos en unas dos decenas de misiones e iglesias jesuíticas restauradas o reconstruidas, de una magnificencia y esplendor que, literalmente, cortan el aliento.
Los departamentos de Santa Cruz de la Sierra, Chiquitanía, Guarayos y Beni son el escenario de esta experiencia artística, cultural, social y humana que comenzó en 1996 y volvió a registrarse esta semana. Melómanos y turistas de todo el mundo, atraídos por la belleza y la singularidad de estos pueblos vivos, declarados patrimonio mundial por la Unesco, recorren las antiguas misiones y celebran el renacimiento de la música jesuítica.
Lo hacen a partir de los 8000 folios de partituras compuestas hace tres siglos, que se creían perdidas y fueron reencontradas en las últimas tres décadas, durante la restauración de estas iglesias enclavadas en el medio de la selva boliviana. En el proceso de recuperación colaboró la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI)."Las misiones de Brasil, Paraguay y la Argentina eran más importantes que las del Oriente boliviano. Pero aquí fue donde se conservaron las partituras. Aquí uno se encuentra con la historia viva, con pueblos que conservan los rituales de hace tres siglos", dice Marcelo Araúz Lavadenz, director de la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC), que creó el festival hace diez años para difundir el patrimonio musical reencontrado.
Junto con los intelectuales bolivianos Alcides Parejas Moreno y Cecilia Kenning, Araúz encomendó al joven músico local Rubén Darío Suárez Arana la creación de un coro y una orquesta que interpretara la música renacentista y barroca de los archivos de Chiquitos. La población elegida fue Urubichá, pero otros pueblos cercanos crearon sus propios coros y orquestas, con resultados extraordinarios gracias a la dedicación y las condiciones musicales innatas de los nativos.
Cultura revalorizada
Hoy hay en la región 11 escuelas de música y unos 2000 niños y jóvenes aprenden a cantar y a interpretar e incluso fabrican sus propios instrumentos. "Con la música revivió la memoria, despertó la alegría y se afianzó la identidad y el apoderamiento de su patrimonio por parte de la gente de estas antiquísimas comunidades", dice Miguel Frías, productor cultural que trabaja activamente desde la Argentina para desarrollar este circuito musical.
Los conciertos se celebraron en 18 pueblos misionales. Conjuntos de Estados Unidos, Europa y América latina recorrieron unos 3000 km de caminos de impactante tierra colorada interpretando música barroca del repertorio internacional y boliviano, ya que es condición indispensable que cada grupo participante tenga en su repertorio al menos una pieza de los archivos bolivianos. Participan músicos de la talla del violinista japonés Ryo Terakado, además de los grupos Laterna Magica (Bélgica), Douce Mémoire (Francia), Consort de Violas de Gamba (España), Florilegium (Inglaterra) y Sur Barroco (Uruguay), entre otros coros y orquestas.
En sus primeras versiones, el festival tenía mayoría de grupos de América latina, pero en los últimos años la relación se invirtió y hay una mayor participación europea. Una excepción es Chile, que participó con tres conjuntos (Les Carrillons, Calenda Maia y Sintagma Musicum) a partir de un fuerte apoyo de las autoridades culturales de su país.
Pero fue el Ensemble de Cuerdas Hombres Nuevos (Bolivia), dirigido por el chileno Carlos Cifuentes, uno de los grupos que mejor resumió el espíritu del festival: conjugó la síntesis entre la excelencia musical y la experiencia del rescate social a través de la música.

El grupo nació en un barrio periférico de Santa Cruz de la Sierra, y se convirtió en un referente musical de la ciudad, al ser la primera orquesta estable de la capital cruceña. Los jóvenes lograron sortear de la manera más sublime la trampa a la que la pobreza los tenía destinados. El bis que interpretaron de la suite Nº 3 in D, Aire, de Juan Sebastián Bach, en la iglesia de San Ignacio de Velasco, culminó con cientos de personas aplaudiendo de pie y con sus mejillas cubiertas de lágrimas.
Por Carmen María Ramos
ParaLA NACION

Link: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=805647&high=festival%20chiquitos

ALGUNAS IDEAS PARA EMPEZAR

Algunas ideas para comprender el proyecto Bicentenario – Pensando Argentina.

1) La historia, en el mediano y largo plazo, no es conducida por la economía, ni la política, ni los ejércitos, sino por la cultura.
2) Por tanto, es el ámbito de las ideas, donde el Proyecto Bicentenario nos propone trabajar.
3) Pensar Argentina, empezando por su historia, para así poder llegar a conocer nuestra identidad. Desde ese conocimiento, entendiendo nuestras debilidades y fortalezas, podremos diseñar futuros con posibilidades de hacerse realidad.
4) Hemos organizado 6 conferencias para el 2009 con disertantes muy conocidos. Serán una sólida plataforma o columna vertebral a cuyo alrededor pretendemos que haya la mayor cantidad posible de gente pensando en nuestra Patria. Los temas pueden ser tan diversos como los intereses de los participantes.
5) Esperamos que este esfuerzo trascienda, que permita que mucha gente, a lo ancho y a lo largo de nuestro país, se ponga a pensar y soñar.
6) Estos grupos deberían enfocarse en temas que apunten hacia el futuro o que sirvan para entender nuestra identidad y forma de ser, para luego, poder proyectarnos hacia el futuro.
7) El proyecto Bicentenario no es confesional ni partidario. Deben poder participar todas las personas que quieran a nuestro país y tengan buena voluntad.
8) Si tenemos éxito, deberíamos terminar con un “documento vivo”, unas “Bases y puntos de partida” como las de Alberdi, escritas hoy , actuales, y pensadas para los próximos 100 años.
9) Estas conclusiones no pueden ser nuestras ideas o nuestras soluciones. Deberán ser el fruto de discusiones y de grandes consensos entre la mayor cantidad de gente que sea posible.
10) Para alcanzar este objetivo, hemos de identificar, las “ideas principales”. Estas serán principios fundamentales, queridos y respetados por todos. Estas ideas fundamentales nos deberán servir, luego, como sólidos cimientos para pensar en la construcción de la Nación que todos queremos. Y habremos de aceptar y comprender postura diversas.
11) Los argentinos hoy se quejan de múltiples problemas inmediatos, pero no parece que tengan claro, en muchos casos, cuáles son los problemas fundamentales y cuáles sus posibles soluciones.
12) Queremos crear un ámbito que nos permita conocernos y comunicarnos para ayudarnos a pensar la Argentina. Este proyecto es como una puerta que se entreabre, mostrando que es posible, a todo argentino, contribuir a la mejora de nuestra casa común, sin salirse de su sitio ni cambiando de actividad. Bastará con conocernos, dialogar y aportar ideas en el campo en que cada uno se desempeña. Veremos los resultados.


Laureano Mones Cazon
25 de febrero de 2009.

Las misiones en América del Sur y la música.

Por: Ricardo Massun (*)

Hay un misionero en una pequeña balsa. Remonta un riacho que se interna en la selva. Lo acompaña otro religioso y algunos aborígenes ya conversos.Además de los elementos para el culto llevan un violín, posiblemente también llevan una chirimía o tal vez un arpa en el precario equilibrio de la rudimentaria embarcación. Van remando, tocando y cantando.En la orilla, escondidos, están los temerosos nativos, sin comprender de qué se trata aquella visión tan extraña como inesperada.Están subyugados por esos sonidos dulces que nunca antes habían siquiera imaginado.El grupo visitante los intuye detrás de los matorrales, pero no deja de hacer música.Tal vez los recién llegados estén asustados, tanto como los aborígenes. Pero fue para enfrentar ese reto que llegaron hasta allí y no era cuestión de flaquear.Desembarcan para quedarse.
Pasan los primeros días, las primeras semanas. Ya han construido un pequeño templo de barro y paja. Para construir la vivienda habrá tiempo.Por el momento ese templo es provisorio.Entre los nativos no hay otro tema. Se discute sólo sobre los recién llegados.Pasan unos meses, pasa el primer año.Los aborígenes no sólo han perdido completamente el temor por esos hombres extraños a los que ya llaman "Padre" sino que entran y salen de la pequeña iglesia.No sólo asisten a misa sino que comienzan a rezar y cantar en latín.Ahora los nativos quieren sacarle sonido a ese maravilloso y misterioso aparato que el cura trajo consigo y al que llaman "violín". Un solo instrumento no alcanza.No queda otro camino que comenzar a construir violines en lo que ya está siendo un incipiente poblado.Seguramente construirían los nuevos violines al aire libre, escuchando el canto de los pájaros, los sonidos de la selva. Escuchando el murmullo de ese mismo río que unos años antes trajo el primer violín de la mano del cura.El tiempo sigue pasando.
En cada población ya hay escuelas de música. Cada pueblo tiene una gran iglesia. Y, como en Europa, cada iglesia tiene su "capilla" de músicos.Ya han aprendido a tocar y construir prácticamente todos los instrumentos que había en el Viejo Continente.No sólo hacen falta instrumentos. También necesitan "papeles de música".Las composiciones traídas de Europa son muy escasas y caras, pero sobre todo, necesitan música que refleje la nueva realidad.Esto los inspira a componer permanentemente para los oficios religiosos.
La música que hoy se escucha en este concierto es una pequeña parte de la mucha escrita entonces, y que gracias al celo con que las comunidades indígenas supieron conservarla, hoy la podemos valorar y disfrutar.Prácticamente toda la música misional es anónima. No es un descuido que sus autores hayan quedado en el anonimato. La música escrita "Ad maiorem Dei gloriam" no necesita de apellidos.
A todos ellos, a los que escribieron la música y a los que la supieron conservar. A los que fabricaron instrumentos y a los que los conservaron, (gracias a lo cual pudimos hacer estas réplicas) nuestro más profundo agradecimiento.

(*) Ricardo Massun es Director del Ensamble Louis Berger.

lunes, 29 de diciembre de 2008

"¿Yo no le debo nada a nadie?"


No hay nada más alejado de la realidad que esa expresión que se escucha con tanta frecuencia: yo no le debo nada a nadie. La verdad es que lo debemos casi todo, desde el primer momento de nuestra existencia.


UNA MIRADA A NUESTRO ALREDEDOR
Doctrina social en la vida cotidiana
por Roberto Bosca*




El individualismo es contrario a la naturaleza humana. Somos constitutivamente sociales, al punto de que nuestra vida se haría prácticamente imposible si estuviera completamente aislada del resto del mundo, o al menos sufriría un pronunciado deterioro. Hasta para dar el propio ser a alguien es insuficiente uno solo. No hay nada más alejado de la realidad entonces, que esa expresión que sin embargo es tan frecuente escuchar (subrayando la primera persona): yo no le debo nada a nadie. La verdad es que lo debemos casi todo, desde el primer instante de nuestra existencia. Sin los otros, no hubiéramos llegado muy lejos. Si rechazáramos toda la tradición cultural que nos viene desde el origen, nos veríamos reducidos a una condición lamentable.


Todo lo que hacemos tiene siempre algo que ver con los demás, para bien o para mal. Las virtudes y los defectos de las personas poseen inevitablemente un sentido social, nunca son algo exclusivamente individual. Por eso los teólogos han venido hablando, sobre todo en el último medio siglo, del pecado social. Todo pecado es desde luego personal, pero también es igualmente social, en tanto tiene consecuencias sobre el conjunto de la comunidad.




El pecado social


Aunque el pecado es siempre un acto de la persona, él tiene una repercusión en los demás, en virtud de una solidaridad que como un hilo invisible une a todos los hombres y mujeres en tanto miembros del género humano. Esto se verifica incluso independientemente de la voluntad, ya que se trata de un dato de la propia naturaleza de la persona. De ahí la importancia de los vínculos, que han venido siendo estudiados con creciente interés por las ciencias sociales en los últimos siglos.La primera vez que visité grandes ciudades del mundo no me impresionó solamente la cultura del país sino también el hecho de que las calles estaban limpias, entonces comprendí que eso formaba parte también de la cultura. A partir de ese momento no tiré más un solo papel en el suelo.


La anécdota, aparentemente trivial, tuvo para mí un sentido ejemplar y encierra una enseñanza. Cuando una ciudad está sucia se suele criticar al alcalde o al intendente; sin embargo esa suciedad y esa limpieza tienen que ver sobre todo con la educación y la cultura de los ciudadanos y no solamente con las dotes del gobernante. La limpieza de los baños públicos es un ejemplo pequeño pero muy indicativo de esta realidad, al punto que ese dato supuestamente ínfimo y casi ridículo puede iluminar sin embargo cuestiones más importantes. La prosperidad de una nación no se funda tanto en golpes de timón o situaciones extraordinarias, sino que mas bien se sostiene en una gran cantidad de cosas pequeñas que corresponden a la multitud de los ciudadanos.


A veces nos formamos la idea que la doctrina social de la Iglesia es algo que incumbe a los políticos y a los empresarios, y sin embargo nada hay más alejado de la realidad, porque ella tiene que ver con todos los hombres, aunque con distintos grados de responsabilidad. Cuando pensamos en la doctrina social de la Iglesia nos imaginamos que ella cuenta a la hora de tomar decisiones más o menos importantes, como el sueldo que debemos pagar a nuestros empleados o actitudes un tanto grandilocuentes, a menudo fuera de nuestro alcance, como la realización de reformas estructurales o nuestro deber de ayudar de un modo efectivo a los hambrientos del mundo.


Sin embargo, la doctrina social es algo mucho más sencillo y cercano a nuestro acontecer más cotidiano y puede decirse que más que unas reglas para aplicar en determinados momentos de nuestra vida, ella es una luz que nos permite vivir cada día en un mundo más humano y más fraternal. La doctrina social de la Iglesia es una lectura cristiana de la realidad, en primer término la más inmediata a nuestras concretas circunstancias.En particular tienen un rasgo especialmente social los pecados contra la justicia en las relaciones interpersonales y en las vinculaciones de la persona con la sociedad.


Cuando trata este asunto, el Papa Juan Pablo II ejemplifica que puede ser social el pecado de obra u omisión por parte de dirigentes políticos, económicos y sindicales, que aun pudiéndolo, no se empeñan en el mejoramiento de la vida comunitaria según las exigencias y posibilidades del momento histórico. Pero en verdad, todos los ciudadanos –también nosotros- son, somos, aunque en diversa medida, responsables en este punto, en cuanto actores todos de la construcción de la sociedad en la que vivimos.




La muerte sobre ruedas


Este mismo año un organismo de la Santa Sede, el Consejo Pontificio para los Emigrantes e Itinerantes, presentó algunas indicaciones en materia moral referidas a algo tan cotidiano como la conducta en el tránsito. El texto fue recibido en general con una desconcertante ligereza por los medios informativos, que hablaron con cierta socarronería de nuevos pecados como si la autoridad eclesiástica tuviera la facultad de crearlos a su arbitrio. Con un mejor humor un amigo mío solía decir que después de los 160 km por hora los ángeles custodios se bajan del auto.Sea como fuere, y más allá de su inconfesada ignorancia, la mayoría mostró ante estos consejos una glacial indiferencia, como si se tratara de un asunto eclesiástico: los pecados del tránsito. En realidad, la cuestión no tiene nada de curial si se tiene en cuenta la gravedad que reviste, debido casi siempre, no a un destino fatal, como suele atribuirse, sino a la desaprensión y negligencia de los propios seres humanos.


No se trata entonces de algo para tomar livianamente, si se advierte que durante el siglo pasado unas treinta y cinco millones de personas murieron en las carreteras. Conducir sin observar las reglas de tránsito o sin estar en la plenitud de las facultades por el alcohol o por cualquier otro motivo, puede ser frecuentemente una responsabilidad grave por las consecuencias -en primer lugar sobre el propio conductor- por los daños morales y materiales que se pueden derivar del hecho, pero también y sobre todo para terceros, a menudo completamente inocentes y obligados a soportar una verdadera injusticia que a menudo los tribunales no pueden reparar. Por este motivo, fácilmente esas condiciones configuran una situación incluso de pecado mortal, ya que en esos casos se comprometen desde luego los bienes y hasta la salud y aun se pone en peligro más o menos próximo la vida propia y la de los demás. Todos estos bienes en juego constituyen como puede comprenderse, una materia grave.


El pecado mortal en este caso se significa no sólo en la muerte del alma sino también en la del cuerpo. Pero aunque ello no sucediera, esto no es un motivo para desdeñar livianamente el cumplimiento de esas leyes, infringiéndolas sin escrúpulo alguno de conciencia.La apropiación del tiempoSi somos desordenados, perjudicamos al prójimo, mucho más de lo que nos imaginamos. En nuestro trabajo eso se notará en su resultado, pero el desorden se evidencia en primer lugar en nuestra más estricta privacidad, y a pesar de ello, las consecuencias sobre los otros también se dejan sentir. Lo primero que salta a la vista es el bochornoso espectáculo que presentan nuestras cosas, dispuestas de un modo caótico, al menos para el resto del mundo, pero no se trata solamente de un sentido meramente estético. El desorden genera problemas en los otros. Si la tijera no está en su lugar, si después de usarla la dejamos en cualquier sitio menos en el que tiene que estar, el primero que la necesite se verá inevitablemente perjudicado, porque tendrá que buscarla, y no la podrá usar si no la encuentra, o sea hemos privado a alguien del uso de algo a lo que tenía legítimo derecho. Pero aunque la tijera fuera encontrada, habremos dispuesto arbitrariamente de un tiempo que no es el nuestro, con su consecuente dosis de injusticia. Esta es la misma situación injusta para los otros en que se incurre cada vez que hacemos esperar sin motivo a alguien con el que nos hemos citado. En ocasiones se ha considerado de buen tono llegar tarde a una cita. Sin embargo, no tenemos derecho a disponer del tiempo de los demás, salvo que ellos nos otorguen esa disposición. La puntualidad es una muestra de consideración a la persona del otro, porque si llegamos puntualmente a una cita estamos mostrando que esa reunión o esa persona nos interesan. La impuntualidad, por el contrario, resulta indiciaria de una mediatización del interés. Cuando a alguien le motiva verdaderamente algo, estará antes de tiempo esperando que se haga la hora de acceder al bien preciado. Si durante un encuentro de trabajo o una entrevista atendemos llamadas telefónicas, estamos transmitiendo este mensaje: me interesa más cualquier asunto -aun el más banal- que pueda llegar a irrumpir, que la materia propia de la reunión.


Hay ahí una evidente muestra de menosprecio o desconsideración hacia el otro. Una entrevista que es interrumpida por este tipo de situaciones decae inmediatamente en su interés. Cada vez que atendemos un llamado en medio de una entrevista estamos disponiendo injustamente del tiempo de nuestro entrevistado, puesto que lo subordinamos a nuestro interés inmediato, que no es necesariamente el suyo.El hurto del tiempo es tan pernicioso e injusto con quien es su dueño como el hurto de las cosas materiales, aunque no se trate de algo tangible. Llegar con retraso a una cita es algo casi tan común como llegar temprano, aunque debería ser algo excepcional y no una regla admitida socialmente como inevitable y fácilmente dispensable, sin que haya casi mención al incumplimiento incluso por parte de ambos protagonistas. Ordinariamente no hay razones valederas para un retraso habitual en los horarios, que suelen ser explicados con excusas pero no en razones justificadas y verdaderas.


Si se toman las previsiones, salvo el caso de accidentes que siempre pueden darse, lo habitual será que a la hora indicada cada uno pueda estar en el lugar previamente acordado. ¿Por qué hay tan pocas actividades que empiezan exactamente cuando está indicado? Quisiera que alguien me explique por qué motivo cada vez que un paciente va a una visita con el médico tiene que soportar largas esperas, salvo que ese motivo sea una mala praxis por parte del profesional o éste sea muy poco ordenado a la hora de cumplir los horarios establecidos.




El daño ecológico


Si dejamos la luz encendida sin motivo durante un largo lapso, a nadie escapa que nuestra familia deberá pagar una factura más abultada de lo que hubiera correspondido por un uso normal, pero toda la ciudad también sufrirá el exceso o el malgasto de esa energía, porque un abuso puede generar una crisis en la provisión energética, o quizás el propio país terminará pagando a otro vecino por la compra de la misma, con el consiguiente daño a las finanzas locales. El consumismo genera un daño ecológico evidente, que muchos no advierten en absoluto, ni consiguientemente son advertidos del provocado por efecto de la multiplicación propia de las grandes masas poblacionales. Puede coexistir así en una misma cultura el derroche de aparatos electrónicos encendidos durante interminables horas sin que nadie los utilice, con acciones de protesta dirigidas a las propias grandes empresas industriales que fabrican los mismos productos bajo la acusación de daño contaminante, que parece ser un estigma hoy considerado más grave que matar niños en estado de gestación. Estamos aquí ante una evidente incongruencia.El despilfarro no solamente se refiere a los medios materiales. También puede hablarse de una utilización irracional o un uso indebido de las palabras en el caso de miles y miles de horas de conversaciones ociosas y sin ningún sentido. La palabra vana es una expresión que ha casi desaparecido del vocabulario teológico moral o al menos ha disminuido notoriamente su uso, y sin embargo ha adquirido en nuestros días una inusitada vigencia a caballo de las nuevas tecnologías y modas como el chateo y el celular. La mayor parte de la utilización de los teléfonos celulares no responde a una causal justificada y podría obviarse, pero genera un gasto que alimenta una economía fundada en la generación de continuas necesidades. El uso de los teléfonos celulares ha incentivado esta forma de consumismo electrónico en el que no es tampoco ajena la motivación psicológica, al punto de que podría mostrarse su función ansiógena que se evidencia en el paralelo que podría establecerse entre el uso de estos nuevos apéndices auriculares y los altos índices de ansiedad propios de la cultura contemporánea.


Es interesante ver cómo la ecología ha mostrado con gran claridad que cada uno es responsable del bien del otro, es decir, que no actuar de acuerdo a unas reglas mínimas, como tirar basura con desaprensión o cortar árboles, puede significar, mas o menos a largo plazo, muerte para otros. Lo que hacemos no es indiferente a cada uno de nuestros convivientes y al bien de todos en su conjunto.Si después de utilizar algo lo dejamos en malas condiciones, es evidente que su futuro usuario tendrá que arreglarlo o restaurarlo para su uso corriente. Podemos estar seguros que, en ese caso, a alguien en concreto, con nombre y apellido, aunque no haya sido nuestra intención ni nuestra voluntad hacerlo, habremos causado un daño; o bien quien sea el damnificado lo usará en deficientes condiciones o se verá obligado a emplear su tiempo y esfuerzo en la restauración. Sucede también que muchas veces no nos damos siquiera cuenta que estamos causando un mal, un perjuicio concreto al otro.


Esos males ignorados constituyen una multitud que enrarece la convivencia social, e incluso retrasa el crecimiento de un país. Esto acontece sencillamente por no estar atentos a la existencia de los otros, nuestros prójimos, que son nuestros hermanos, aunque ni siquiera conozcamos su identidad. No solamente no estamos atentos a sus reales necesidades, sino que ni siquiera nos percatamos de su existencia. Esto ha sido potenciado por la cultura de masas a grados extremos. Muchas veces la indiferencia por conocer a otras personas se fundamenta en un autocentrismo que de ese modo inhibe cualquier posibilidad de ayudarlos. Cuando nuestro interés se ausenta de los otros, fácilmente actuamos de un modo que evidencia automatismos individualistas claramente perniciosos en primer término para el propio protagonista, pero también para el conjunto de la sociedad.


Un señor llegó apurado a la fila de quienes esperaban tomar el autobús, de tal modo que pasando por delante de ella, pagó su correspondiente boleto y se fue tan campante a sentar. Como era el único asiento disponible, el pasajero al que le correspondía no pudo hacerlo y se vio perjudicado al tener que viajar todo el trayecto de pie. Pero ahí no acaba el cuento, porque en esa situación, su enfermedad de las piernas sufrió un cierto agravamiento que no quedó registrado en ninguna parte o le significó una exigencia que pudo haberse evitado. El usurpante ni se dio cuenta de ese pequeño drama que se desarrolló ante sus narices. Cuando todos los mandatos de la cultura atienden a que cada ser humano se considere el ombligo del mundo, hace falta un especial esfuerzo que permita tener una mirada sinceramente interesada y amable sobre los demás. Pero tenerla no es algo reservado a almas sublimes como la hermana Teresa de Calcuta, sino que corresponde a todo ser humano. Por eso muchos ordenamientos jurídicos sancionan como un delito de abandono de persona la omisión de socorro en determinadas circunstancias, aunque a nadie el derecho obliga a ser héroe.




¿Tienes un e-mail?


El correo suele ser un lugar donde el común de las personas incurre en pequeñas faltas éticas, algunas no tan pequeñas. Los e-mails de otras personas no están sujetos a la inspección de terceros, aunque entre ellos haya relaciones de parentesco. Los padres no tienen un derecho absoluto a conocer el contenido de la totalidad de los mails de sus hijos sobre todo cuando ellos ya van teniendo cierta edad, y este dato no menoscaba su deber de tutela y cuidado sobre ellos. Nadie tiene derecho a irrumpir sin su permiso, ni aun los cónyuges, en los papeles privados del otro, incluso aunque haya ciertas razones para hacerlo.Muchos mails por su propia naturaleza no requieren una respuesta expresa, e incluso darla puede ser inconveniente si no hay un motivo razonable. Salvo esas excepciones, los mails deben ser contestados, aunque mas no sea, en muchos casos, para dar cuenta de su satisfactoria recepción. Esa función tiene lugar cuando así se lo dispone en forma automática. Omitirlo no se trata de una mera falta de educación, sino de un acto humano contra la justicia. El emisor, en efecto, de ordinario tiene derecho estricto a una respuesta sobre su requerimiento, salvo que éste sea infundado, extemporáneo o fuera de lugar. No se puede dejar a alguien esperando indefinidamente, lo cual constituye un pequeño atentado, pero atentado al fin, a su propia dignidad en cuanto ser humano. Este trato debido a toda persona es por completo independiente a la consideración de su rango en la vida social.


Las cartas, los telegramas, los mensajes y los mails enviados y recibidos forman parte del patrimonio moral de su titular, puesto que le pertenecen y no es posible disponer de ellos como si fueran un bien público o una res nullius, como se llamaban en el antiguo derecho a las cosas existentes en un espacio común que no eran reclamadas por nadie como propias. Una carta importa un derecho de propiedad intelectual tan respetable como el de un artículo o un libro.Tampoco por el mismo motivo se pueden reenviar los mails que recibimos, cuando ellos están dirigidos explícitamente, pero también de modo implícito, a un sujeto determinado con exclusividad. La exclusividad es una regla que se supone, aunque no haya sido pactada, pues es un valor entendido, sobre todo entre personas que mantienen relaciones de mutua confianza. Si se da a conocer un correo privado sin la previa anuencia del emisor, se está violando su privacidad, aunque esta regla difícilmente pueda ser esgrimida en los tribunales. Con esta acción aparentemente inocua podemos estar infligiendo un daño concreto, por ejemplo a la buena fama del otro, o simplemente desconociendo su voluntad de mantener fuera de la luz pública su contenido.También son harto frecuentes los incumplimientos en cuestiones, si se quiere pueriles, sin que se brinden disculpas o explicaciones referidas a los mismos. Es verdad que ellos pueden obedecer muchas veces a un motivo mas o menos legítimo, pero aun en tal situación deben ser advertidos los posibles o eventuales perjudicados con la debida anticipación, para que ellos puedan disponer las previsiones necesarias que permitan -por así decir-, restaurar el orden. Es conveniente que esos preavisos vayan acompañados de la oferta de otras alternativas que busquen minimizar e incluso reparar totalmente el eventual daño. Puede incumplirse por una razón de fuerza mayor, pero en ese caso debe anunciarse siempre que sea posible ese futuro acontecimiento, y ofrecer una cobertura al menos equivalente.


Existen unos deberes naturales que se dirigen no sólo a quienes tienen especiales vínculos con nosotros, como por ejemplo sanguíneos, amicales y educativos, sino a todos los hombres y mujeres, incluso aunque no integren una misma comunidad y sean extraños a nuestras adscripciones e intereses. No basta con no dañar a los demás. Se debe hacer el bien como una exigencia de la propia naturaleza y no por un mandato religioso considerado mas o menos sublime. Cuando miramos a nuestro alrededor y vemos a los otros, empezamos a descubrir un horizonte que nos permite ser más plenamente personas, porque estamos llegando a lo más profundo de lo humano.





*Profesor de la Universidad Austral (Buenos Aires)