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sábado, 28 de febrero de 2009

Esnaola, de ayer a hoy
Por Pola Suárez Urtubey
Jueves 4 de setiembre de 2008


Fuente: Publicado en edición impresa de LA NACION

Es cierto. El Bicentenario traerá aportes felices en relación con la historia de la creación musical culta en el país. Esa efervescencia que anticipa los tan esperados festejos, ya son más que visibles (y audibles) en el curso de este año y, muy particularmente, de estas semanas. Es el caso del acontecimiento que provocó el 17 de agosto último la puesta en obra, en la Catedral Metropolitana, de la Misa a cuatro voces, de 1826, atribuida a Juan Pedro Esnaola, cuyo bicentenario evocamos en el curso de este año. A esto se suma la conferencia-concierto realizada en el curso del "Festival Ars Continua 2008" realizado unos pocos días después en la Manzana de las Luces, donde se interpretó el Himno Nacional completo, con acompañamiento de fortepiano, en las versiones musicales de Blas Parera (1813) y de Esnaola (1860). Pero este movimiento formidable al que hoy asistimos, tanto en lo que se refiere al nacimiento de nuestra música como a las fascinantes manifestaciones del Barroco musical sudamericano, otro de los grandes temas del momento, son el resultado de la pasión y el esfuerzo de investigadores y ejecutantes que llevan bastante más de medio siglo dedicados a reconstruir esta historia. Habría que rescatar muchos nombres de historiadores nuestros, y entre ellos coloco a Carmen García Muñoz, cuyo entusiasmo por estos temas sigue muy vivo en nuestro recuerdo. Como es natural, están hoy como protagonistas los discípulos de aquella generación, quienes ya llevan muchos años trabajando con ejemplar entrega, como es el caso de Juan La Moglie, que realizó el hallazgo e identificación del manuscrito, y de Norberto Broggini, responsable de la transcripción y estudio de la Misa de Esnaola. Naturalmente, para los que hemos hecho de estos temas el objeto de nuestra pasión profesional, Esnaola es un compañero inseparable. Ya en el Nº 11 de la revista La Moda , del 27 de enero de 1838, encontramos un Minué arreglado por el Sr. Esnaola (a la Bellini). Son los tiempos en que dos enormes amigos, Miguel Cané (p) y Juan Bautista Alberdi, discutían a muerte sobre quién era superior a quién, si Rossini o Bellini. Juan Pedro Esnaola, que vivió entre 1808 y 1878, fue sin duda el músico más brillante de aquellos tiempos, a partir de la década del 30. Sus numerosas creaciones para piano o canto y piano, terreno en el que su destino se une al de Esteban Echeverría, se publicaban en el Boletín musical, en La Moda y, en lo que hace a sus canciones con el autor de La cautiva , en el Cancionero Argentino de José Antonio Wilde. Pero el excepcional prestigio de Esnaola no se apagó con su muerte. Seis años después, en 1884, Lucio V. López, con el título de "La música del pasado" escribía en el diario Sud-américa del 20 de agosto: "Esnaola es sin duda el músico del pasado por excelencia. Por más de veinte años su música ha hecho las delicias del salón porteño ( ) Esnaola era un rosiniano (sic) genuino ( ) Se me dirá que todos los viejos son rosinianos, y, en efecto, así es. Pero Esnaola lo era con un culto y una asimilación de escuela completos". Y termina: "Nuestros padres y abuelos no recitan a Echeverría sin cantar a Esnaola". Al menos once canciones retenemos hoy como producto de su mutua exaltación. Hablar de Esnaola es conmovedor y desborda nuestro espacio. Le dedicaremos otras columnas. Por ahora, dejemos la última palabra a La Moglie-Broggini y Verónica Dalmasso, cantante e investigadora, protagonista de todo un movimiento en torno del pasado musical americano. Se lo merecen.
Link: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1046261&high=Esnaola%20ayer%20hoy

LA MÚSICA ANTERIOR A 1810. Las Misiones Jesuíticas.

El festival de ChiquitosUn milagro musical renace en antiguas misiones jesuitas
Se reunieron coros de todo el mundo

Sábado 13 de mayo de 2006
Fuente: Publicado en edición impresa de La Nación



MISION SAN IGNACIO DE VELASCO, BOLIVIA.- Cada dos años, durante dos semanas, un milagro musical se vive aquí, en el corazón del Oriente boliviano.
Se trata del festival internacional de música renacentista y barroca americana Misiones de Chiquitos, el más grande encuentro de música antigua del mundo, que convoca a 44 orquestas y coros de 20 países y ofrece una programación de 137 conciertos en unas dos decenas de misiones e iglesias jesuíticas restauradas o reconstruidas, de una magnificencia y esplendor que, literalmente, cortan el aliento.
Los departamentos de Santa Cruz de la Sierra, Chiquitanía, Guarayos y Beni son el escenario de esta experiencia artística, cultural, social y humana que comenzó en 1996 y volvió a registrarse esta semana. Melómanos y turistas de todo el mundo, atraídos por la belleza y la singularidad de estos pueblos vivos, declarados patrimonio mundial por la Unesco, recorren las antiguas misiones y celebran el renacimiento de la música jesuítica.
Lo hacen a partir de los 8000 folios de partituras compuestas hace tres siglos, que se creían perdidas y fueron reencontradas en las últimas tres décadas, durante la restauración de estas iglesias enclavadas en el medio de la selva boliviana. En el proceso de recuperación colaboró la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI)."Las misiones de Brasil, Paraguay y la Argentina eran más importantes que las del Oriente boliviano. Pero aquí fue donde se conservaron las partituras. Aquí uno se encuentra con la historia viva, con pueblos que conservan los rituales de hace tres siglos", dice Marcelo Araúz Lavadenz, director de la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC), que creó el festival hace diez años para difundir el patrimonio musical reencontrado.
Junto con los intelectuales bolivianos Alcides Parejas Moreno y Cecilia Kenning, Araúz encomendó al joven músico local Rubén Darío Suárez Arana la creación de un coro y una orquesta que interpretara la música renacentista y barroca de los archivos de Chiquitos. La población elegida fue Urubichá, pero otros pueblos cercanos crearon sus propios coros y orquestas, con resultados extraordinarios gracias a la dedicación y las condiciones musicales innatas de los nativos.
Cultura revalorizada
Hoy hay en la región 11 escuelas de música y unos 2000 niños y jóvenes aprenden a cantar y a interpretar e incluso fabrican sus propios instrumentos. "Con la música revivió la memoria, despertó la alegría y se afianzó la identidad y el apoderamiento de su patrimonio por parte de la gente de estas antiquísimas comunidades", dice Miguel Frías, productor cultural que trabaja activamente desde la Argentina para desarrollar este circuito musical.
Los conciertos se celebraron en 18 pueblos misionales. Conjuntos de Estados Unidos, Europa y América latina recorrieron unos 3000 km de caminos de impactante tierra colorada interpretando música barroca del repertorio internacional y boliviano, ya que es condición indispensable que cada grupo participante tenga en su repertorio al menos una pieza de los archivos bolivianos. Participan músicos de la talla del violinista japonés Ryo Terakado, además de los grupos Laterna Magica (Bélgica), Douce Mémoire (Francia), Consort de Violas de Gamba (España), Florilegium (Inglaterra) y Sur Barroco (Uruguay), entre otros coros y orquestas.
En sus primeras versiones, el festival tenía mayoría de grupos de América latina, pero en los últimos años la relación se invirtió y hay una mayor participación europea. Una excepción es Chile, que participó con tres conjuntos (Les Carrillons, Calenda Maia y Sintagma Musicum) a partir de un fuerte apoyo de las autoridades culturales de su país.
Pero fue el Ensemble de Cuerdas Hombres Nuevos (Bolivia), dirigido por el chileno Carlos Cifuentes, uno de los grupos que mejor resumió el espíritu del festival: conjugó la síntesis entre la excelencia musical y la experiencia del rescate social a través de la música.

El grupo nació en un barrio periférico de Santa Cruz de la Sierra, y se convirtió en un referente musical de la ciudad, al ser la primera orquesta estable de la capital cruceña. Los jóvenes lograron sortear de la manera más sublime la trampa a la que la pobreza los tenía destinados. El bis que interpretaron de la suite Nº 3 in D, Aire, de Juan Sebastián Bach, en la iglesia de San Ignacio de Velasco, culminó con cientos de personas aplaudiendo de pie y con sus mejillas cubiertas de lágrimas.
Por Carmen María Ramos
ParaLA NACION

Link: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=805647&high=festival%20chiquitos